Navidad emocional

Cómo afrontar las fiestas navideñas y sus trastornos psicológicos



Navidad emocional
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¿Cómo es tu Navidad emocional?Si nuestros niveles de ansiedad están expuestos durante todo el año a distintas situaciones, la temporada navideña puede llegar a ser un factor añadido que provoque su máxima expansión. Ya sabemos que las emociones afectan de forma directa a nuestro organismo y, por ende, a nuestra salud. Pero, ¿sabemos gestionarlas bien? ¿Sabemos controlar nuestros actos y verlos de una forma eficaz? Desgraciadamente, la educación emocional parece un factor olvidado en nuestra sociedad, convirtiéndose en un problema que cada vez nos afecta más.


La Navidad, nuestro punto de vista

Cerrarse en nuestro propio criterio puede ser algo perjudicial

Epicteto decía que el hombre no se ve distorsionado por los acontecimientos que le rodean, sino por la visión que tiene de ellos. Esta visión individual, es la que forma nuestra conducta a lo largo del tiempo y la que hace que seamos cada vez menos receptivos a todo aquello que nos rodea. ¿Por qué? Porque nos aferramos a ésta como si fuera la única verdad que existe y, como cada individuo es distinto, generamos diversas opiniones, creando un conflicto de ideas o intereses continuo. Por ello es importante que aprendamos, ya desde muy pequeños, que la razón es algo que sólo existe dependiendo del punto de vista de cada uno.

Desgraciadamente, tenemos un ego demasiado grande para controlarlo en cuatro días y, por mucho que seamos conscientes de nuestras emociones y sentimientos, no los cambiaremos con tanta facilidad. Se trata de una lucha que bien vale la pena, pero... ¿Os acordáis de aquel chico enamorado de una chica que sabe que juega con él, que lo utiliza, pero que es incapaz de desenamorarse? Algo parecido sucede con nuestras ideas. Lo vemos todo tan claro que, ¿cómo vamos a estar equivocados? Hasta que, de pronto, la chica desaparece y a su alrededor vemos a centenares de chicas todavía más hermosas que la anterior. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta antes?


Aprender de nuestro errores

La unica forma de mejorar en la vida es aprender de los fallos cometidos

felicidad
Aceptar nuestras imperfecciones y nuestros propios errores nos ayuda a evolucionar, mientras que cerrarnos en banda sólo logrará aumentar nuestro resentimiento y nuestras penas. Ferran Salmurri cuenta que un recién nacido, al salir del vientre de su madre, tiene frío, hambre, y lo que hace es chillar y llorar hasta que su madre llega y le da lo que está pidiendo. Quizá todas las personas sigamos teniendo cierta nostalgia a esa perfección que había en el vientre de nuestras madres y, al crecer, hayamos convertido esos chillidos en otro tipo de acciones: otra copa de vino, otro cigarrillo, la queja, la envidia... Quizá sigamos buscando excusas para llamar la atención de los demás y así, sentirnos más realizados.



DIFICULTADES
acupuntura
En Navidad, las emociones están a flor de piel. Sólo tenemos que ver cómo anuncian sus promociones las grandes marcas... Pero detrás de todo esto se esconde otro tipo de emoción como: la soledad, el estrés, la ansiedad, la depresión o la melancolía. En mi consulta vienen personas para que les ayude a solucionar este tipo de problemas a través de la acupuntura y, si bien es cierto que podemos influir a mejorar su estado anímico, debemos ser conscientes y valientes en decir que la solución verdadera no se encuentra ni en las terapias alternativas ni, en la mayoría de casos, en los medicamentos. Es necesaria la consulta a un buen psicólogo, para que nos ayuden a afrontar mejor nuestros problemas; siendo conscientes de que la tarea no será fácil y que dependerá, en mayor parte, de nuestra fuerza de voluntad.



Sentirse bien

Mantén una actitud positiva para que tu alrededor se contagie de ti

La mayoría de personas nos sentimos bien cuando nuestros pensamientos y opiniones encajan con la gente que nos rodea, cuando nos valoran y nos entienden. Fijaos: llegamos a casa y los niños han convertido el comedor en un campo de batalla. Intentamos dialogar sin alzar la voz, pero no nos hacen caso y terminamos chillando y advirtiéndoles. Lo hacemos casi por inercia en la mayoría de lugares, en el trabajo, con la pareja, en el supermercado, o, puestos a poner ejemplos, durante el día de Navidad...

Y es que nuestros pensamientos: "no me hacen caso", "ya está bien de tanto follón" y, nuestra frustración al no controlar la situación: "no puede ser que siendo su padre no me respeten" sólo logra aumentar nuestro nivel de sufrimiento. Y es que, cuando más impotentes nos sentimos, más irracionales nos volvemos. De hecho, cuando algo no encaja con nuestra manera de pensar iniciamos el proceso de pensamiento, emoción, conflicto y sufrimiento. Es entonces cuando terminamos chillando a los niños y, cuando se van, nos fumamos un cigarro.


Controla tus emociones

Piensa de una forma más acertada para controlar tus impulsos emocionales

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Debemos aprender a ver que las cosas no son siempre de la forma en que uno imagina, que hay más variables en juego y que, si somos capaces de verlas, quizá lleguemos a comprender algún tipo de conducta que inicialmente nos parecía extravagante. Oliver Wendell decía: "Lo que se encuentra ante nosotros y lo que se encuentra detrás carece de importancia si lo comparamos con lo que reside en nuestro interior"; seamos conscientes de ello. Así que, este mes de diciembre, ante la gran agitación que se extiende a nuestro alrededor, intentemos no perder el centro y poner en práctica ese espíritu navideño que todos decimos tener.

En lugar de dar opiniones contradictorias, de acusar, amenazar, exigir, hacer preguntas con reproche o frases del tipo: "deberías...". En vez de etiquetar a los demás, de dar consejos prematuros o juzgar con facilidad, deberíamos controlar las emociones, escuchar de forma activa, preguntarnos si de verdad es el momento y el lugar indicado para decir según qué cosas, empatizar, expresar nuestros sentimientos con naturalidad, es decir, sin exagerarlos, y aceptar las críticas si sabemos que quien las hace tiene razón. Así, si nuestra mente está relajada, nuestro cuerpo también lo estará.
Xavier Turell Nebot

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