21 / Febrero / 2022
En 1920, la teoría de Cannon-Bard superó la anterior al decir que un estímulo emocional tiene dos efectos: provoca el sentimiento de la emoción en el cerebro, y la expresión de la emoción en el sistema nervioso autónomo y somático.
¿Por qué un simple masajista estudia este tipo de cosas? Porque cuando tocamos una espalda observamos el nivel de tensión que se esconde en cada haz muscular, y sentimos las reacciones voluntarias e involuntarias que se van produciendo según el tipo de masaje o técnica que aplicamos. Porque con los años, he podido enlazar este tipo de tensión con distintos tipos de personas según sus trabajos o sus conductas psicosomáticas. Y de ahí, la importancia de la observación y el autoconocimiento a nivel personal que todos/as deberíamos hacer en nuestras vidas.
Con los años he observado que no nos conocemos suficiente (aunque creamos que sí), y que nuestro cuerpo nos delata continuamente. Él nunca miente, y en consulta es algo que veo todos los días. Si gestionamos mejor los estímulos que nuestro cuerpo va recibiendo, los cambios fisiológicos mejorarán y el equilibrio emocional ganará en bienestar y salud. Se trata de un engranaje entre el cuerpo y la mente donde ambos deben contribuir por el bien del otro. El masaje terapéutico profesional debe ir más allá del simple amasar el cuerpo: hay que estudiarlo y comprenderlo, y a veces, mostrárselo al propio paciente.